POR RECUPERAR LOS GÉNEROS
Rocío Carranza, Rosibel Carvajal y Silvia Campos: tres actrices ticas de primera.
A causa de la bendita vorágine de preproducciones, rodajes y postproducciones que nos mantuvieron ocupados durante más de la mitad de 2010, no tuve neuronas para comentar el estreno de “Donde Duerme El Horror” en Costa Rica, al que tuvimos suerte de poder asistir con Adrián (durante la penúltima semana de preproducción de “Penumbra”).
“Donde Duerme El Horror” es un largometraje que adapta dos cuentos clásicos de terror (obra de Jacobs y Conrad) al más puro estilo de Roger Corman en su época dorada. Es un proyecto generado por Oscar Castillo y Max Valverde y la gente de La Zaranda al que fuimos convocados a dirigir e intervenir en el guión, sobre lo que en un origen era sólo una adaptación de “La Pata De Mono” realizada por Carlos Castro. Lo realizamos en dos fases diferentes (en 2008 y 2009) y fue una experiencia gratificante, extenuante y aleccionadora a partes iguales. Extenuante por la intensidad del trabajo. Gratificante, por el equipo técnico y artístico con el que tuvimos la suerte de conectar instantáneamente y que aportó su enorme talento a la película. Aleccionadora, porque nos permitió comenzar a aprender cómo trabajar de manera constructiva con productores, después de muchos años haciéndolo para nosotros mismos. También para entender que, si propones algo contra de la tendencia general, seguramente lo primero que te van a llegar son cuchilladas.
A pesar de que “DDEH” funciono bastante bien en taquilla, los gacetilleros y comentaristas cinematográficos ticos recibieron la película con los ya mencionados cuchillos bien afilados. Todo bien con la crítica constructiva, pero uno sabe a estas alturas vislumbrar cuando hay motivos internos o ideológicos en juego que nada tienen que ver con la película en si.
El texto que viene a continuación es lo que le respondimos a un aficionado bastante atildado que escribe sobre cine en el periódico nacional más importante de Costa Rica, replica que tuvieron el buen tino de publicar. No íbamos a discutirle su opinion jamás a alguien que argumentase las falencias de la película. Podíamos no enroscarnos con la desaprobación patológica de dicho opinador hacia el erotismo de “DDEH”. Lo que no podíamos tolerar era una sentencia referida a que “el cine de terror debe dejarse a los norteamericanos”. A los argumentos que se aportan en la réplica, ahora se le suma otro incontestable. “El Sanatorio” de Miguel Alejandro Gómez, de inminente estreno, será la siguiente incursión en el terror (con elementos de comedia) en la floreciente cinematografía costarricense y ayudará a seguir rompiendo preconceptos y prejuicios. El camino ya se esta haciendo. Sólo hay que seguir recuperando los géneros.
José Castro, Michael Dionisio y David Rivera: criminales adorables.
Hace unos veinte años Jack Valenti, presidente de la Motion Picture Association Of America (estratega de los intereses de los grandes estudios y protector de la supremacía mundial de Hollywood) afirmaba con arrogancia cada vez que visitaba algún país latinoamericano que el cine de entretenimiento era cosa de los suyos e instaba a los cineastas locales a que abandonasen cualquier pretensión de realizar géneros, que se limitasen a realizar películas folcloristas o algo de cine arte. Los géneros pertenecían al gran monopolio Hollywoodense. Y punto.
Valenti hizo tan bien su trabajo que hoy, en pleno 2010, su filosofía aun vive y goza de buena salud, aunque este señor lleve años muerto. No hay más que echar un vistazo a las carteleras comerciales de nuestros países: el cine estadounidense es amo y señor. Lo que resulta realmente chocante, es que a estas alturas haya comentaristas cinematográficos latinoamericanos que repitan, frase a frase y sílaba a sílaba, las máximas del señor Valenti. Todo un caso de zombificación o posesión demoníaca, eso está aun por definir.
Vean, nosotros llevamos más de diez años realizando largometrajes de género en Argentina. Si hubiésemos hecho caso de la opinión de estos comentaristas de que en Argentina sólo debe filmarse cine político o cine arte con aroma tanguero, hoy no tendíamos siete largometrajes a nuestras espaldas; ni una película estrenada en una sala de arte y ensayo en Nueva York; no habríamos vendido los derechos de un film para un “remake” en ese Hollywood que tanto les emociona; tampoco reseñas favorables en medios como el New York Times o Variety, por no hablar de las ediciones de nuestras películas en Japón, España, Alemania o EE.UU ni estaríamos a escasas semanas de estrenar un largo realizado con la productora más importante de Argentina. Si hubiésemos creído por un segundo que no estábamos “genéticamente capacitados” para realizar cine de terror, no habríamos hecho este recorrido tan excitante.
Pero no hablemos más de nosotros. Sabemos que los prejuicios ciegan y, evidentemente, paralizan a tal extremo que alguno de estos comentaristas no llegaron a teclear nuestros nombres en el socorrido Google para enmarcar o contextualizar mínimamente sus comentarios sobre nuestra película. Pasemos por alto también a los históricos pioneros del cine de terror latino e iberoamericano, que durante décadas se ganaron el fervor del público de sus países: Narciso Ibáñez Menta, Jesús Franco, Carlos Enrique Taboada, Narciso Ibáñez Serrador, José Mojica Marins, Paul Naschy… Decididamente, estos cronistas tienen reprobada la asignatura de “historia del cine iberoamericano”.
Dirigiendo al gran David Rivera; Lee Marvin costarricense.
Vamos a ponérselo más fácil. Guillermo del Toro. Es mexicano. A pesar de su ADN (que según este punto de vista reduccionista sólo le permitiría realizar películas de charros) es un ganador de Oscar que no ha hecho más que películas fantásticas y de terror.
De la patria de la Zarzuela y el cine sobre Guerra Civil salen, por poner sólo algunos ejemplos, cineastas como Álex de la Iglesia, Jaume Balagueró o el oscarizado Alejandro Amenábar (que, según este criterio, es doblemente inepto para el género pues nació en Chile) que han realizado filmes de terror de alto impacto internacional como “Rec”, “Rec 2”, “El Día De la Bestia”, “El Orfanato”, “Los Otros”, “Tésis”…
A pesar de que para un analista superficial el francés es un cine continuista de la “Nouvelle Vague”, una docena de cineastas han destacado con exitosos filmes de terror en los últimos años y casi todos ellos han sido “adoptados” por Hollywood…
Y que decir de los asiáticos. ¿Creen que los comentaristas afectados por el síndrome Valenti se iban a imaginar semejante boom? ¿Por qué Hollywood pasó un lustro rehaciendo películas japonesas, tailandesas, chinas… de terror? Porque eran películas de género que la gente iba a ver con avidez.
“Let The Right One In”, la película de terror más aclamada de los últimos años es sueca, y su “remake” estadounidense ya esta en camino. ¿Cómo es posible, si de Suecia sólo sobresale Bergman?
Adrián, el inconmensurable Michael, el imparable Max Valverde, yo y Papillo decapitado al fondo.
Afirmar un absurdo tan grande como “el cine de terror hay que dejárselo a los norteamericanos” es ignorar el mismo origen del género. Su lenguaje lo fundaron realizadores alemanes, los mismos que luego sentaron las bases del cine de terror, de aventuras o el “noir” en Estados Unidos. Repetir irreflexivamente las consignas de la MPAA lo hace cualquiera. Para dar una opinión con autoridad, primero hay que estudiar.
Negarle los géneros a los cineastas costarricenses, equivale a entregarle las pantallas nacionales al cine estadounidense. Una iniciativa tan inteligente como nombrar a Steven Seagal sheriff de Costa Rica.
¿Dónde duerme el horror? En ciertos comentaristas de nuestra Latinoamérica que repiten ideas preconcebidas, guiados por un letal complejo de inferioridad cultural.
Adrián & Ramiro García Bogliano.
A lo Beastie Boys frente a un banner gigantesco en unas multisalas costarricenses. Miren al "Robin Hood" de Scott todo chiquito a la izquierda. Se siente bien que en algunos paises aun se pueda vencer estos tanques con producción autoctona.
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