Monday, November 12, 2007

ESTO SÍ SUCEDIÓMe aterro más que nunca con "Canoa", de Felipe Cazals.
El otro día experimenté la sesión de cine más perturbadora que he tenido en años. Hice un rato entre diversas obligaciones durante el festival de cine independiente de Mar del Plata y acudí inocentemente a ver la película mexicana “Canoa” (1975) de Felipe Cazals. Mi padre me viene recomendando esta película desde hace años, y ahora se me presentaba la oportunidad de contemplarla en una copia en 35mm del mismísimo Instituto de Cine Mexicano. Habiendo dicho esto, tengo que confesar que me acerqué a la película con cierta dosis de escepticismo. He visto buena cantidad de clásicos de lo que se dio en llamar “Nuevo Cine Latinoamericano” y tengo que confesar que una enorme cantidad de éstos no tienen mayor valor que el estrictamente testimonial de una época: retratos sociales de determinados periodos históricos que prevalecen como películas-libros-de-texto. De ahí que se multiplicara el impacto al contemplar una película tan vigente como “Canoa”. Lo que sentí durante la proyección y después de ésta es algo difícil de describir. De la manera más inmediata: me turbó, aterró, afectó, me dejó con mal sabor de boca y dando vueltas en mi cabeza durante un montón de horas.
Cuando empecé la Escuela de Cine, hace ya muchos años, tenía un profesor de semiótica que parecía un clon de ese actor setentero llamado Robert Webber. El señor Webber tenía bien armado un discurso de apertura de su taller con el que supongo atacaba desde hace años (e imagino que seguirá haciéndolo) a los tiernos e ignorantes jovencitos/as que comenzábamos a estudiar cine. Según él, en ese momento comenzaríamos a ver y a analizar las películas de tal manera que nunca más volveríamos a ser inocentes: íbamos a dejar de ser espectadores. El pronóstico de Webber se fue haciendo real progresivamente y la emoción pura dio paso al goce de aprender a desarmar y construir películas. La satisfacción mía como espectador pasa siempre pues, por disfrutar del proceso de realización de un film (intuir los trucos de guión, los recursos de montaje, los criterios a la hora de encuadrar y mover la cámara…) y no por dejarme llevar por la historia. Muy de vez en cuando, aparece una película que me arranca las defensas y no tengo más remedio que dejarme llevar…
Eso me sucedió el miércoles pasado con “Canoa” y doy gracias a que, a pesar la máxima del profesor Robert Webber, de vez en cuando uno pueda seguir ejerciendo de espectador: inconsciente, inocente, indefenso.
La película, ni os voy a decir de qué se trata. Conseguidla, padecedla, después contadme si es sólo cosa mía. Concluyo, como diría el chico hacia el final de la película, mirando a cámara: “Ahora si, ya me voy para mi casa”

2 comments:

Anonymous said...

"Canoa" es del mismo año de tu nacimiento. Y Felipe Cazals es un
gran amigo...en la biblioteca tengo su biografía escritra por Leonardo García Tsao dedicada por él

Anonymous said...

estoy en México, en el DF, busco CANOA... y no la encuentro...está agotada...¿tal vez la semana que viene?